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5 dic 2012

El señor de la torre II



Ya dentro de la torre, el caballero se encontraba en un hall lleno de lujos, alfombra roja con detalles dorados, sillas igualmente doradas, retratos de todos los señores de la torre, mesitas con comida, lámparas que iluminaban toda la habitación con una luz mágica, y demás menesteres. Al fondo había una puerta, y en frente de esa puerta había una figura encapuchada. El caballero se acercó con la espada desenvainada, cuando estaba a menos de diez pasos, la figura se descapucho, dejando así ver su rostro. El caballero al reconocer su cara, enarbolo el arma y cargó contra él, era el brujo Aerendir. Pero la espada atravesó el cuerpo de Aerendir, de tal forma que el caballero cayó al suelo al no encontrar más resistencia que la del aire. Era una ilusión, Aerendir se giro hacia el caballero y le dijo:

- ¿No esperarías que fuese tan fácil verdad? Te estoy esperando en lo alto de la torre, junto a tu amada Tristana.
-Ven aquí y solucionemos esto como hombres, cobarde. Te escondes tras hordas de no muertos y dragones, ven y lucha conmigo.-Dijo el caballero rojo de la ira-.
Aerendir carcajeó y dijo:
-No me mal interpretes, Avelyn, no me escondo, solo juego. Es más divertido ver como agotas tus fuerzas intentando una gesta imposible. Podría matarte con mi magia ahora mismo si ese fuera mi deseo.- en su cara había una sonrisa burlona, y sus ojos miraban maliciosamente al caballero Avelyn-.
-Cuando llegue a lo alto de la torre, te tragaras tus palabras, mientras exhalas la ultima bocanada de aire.-dijo avelyn-.
Y seguidamente, agito su espada donde estaba la ilusión del brujo, y esta desapareció, con otra carcajada mas, aun mas sonora que todas las anteriores.

Avelyn se levantó, aun mas decidido que cuando cayó. Abrió la puerta y se encontró un gran salón, con un trono al fondo, habían varias columnas, con diversos grabados, y en cada lateral había un pasillo con escaleras que subían.
Avelyn, con solo un objetivo en mente, rescatar a Tristana, se decidió por subir las escaleras de la derecha. Conforme iba subiendo la luz se iba atenuando, llegó a una habitación que estaba cerrada por una vaya de hierro. Dentro nada se veía, ni se oía. Al no percibir peligro el caballero rompió la verja, esta se abrió dando un gran golpe, e instantes después se escucharon ruidos por detrás de Avelyn, algo subía a toda prisa por las escaleras.
De dentro de la estancia se empezaron a escuchar gemidos, y algunos gritos de ayuda.
El caballero, consciente de que debía huir, o cubrir su espalda de alguna forma, entro en la oscura estancia. Los ruidos a su espalda iban creciendo, se acercaban sus perseguidores. Una vez dentro de la sala, se dio cuenta de lo que era, parecían unos calabozos, varias jaulas con personas dentro, algunas de ellas convertidas ya en muertos vivientes, a otras no le faltaba mucho. Pero habían algunas que aun parecían sanas. El caballero sin pensárselo abrió todas las cerraduras que pudo, incluyendo las de los zombis. A los que aun estaban vivos les pregunto.
-¿Donde está la salida de esta sala?
-No hay más salida que la puerta por la cual has llegado, señor.- contesto uno de ellos.-gracias por rescatarnos.
-No he venido por vosotros, y no me deis las gracias aun, algo me persigue.-Contesto Avelyn-. Coged cualquier cosa que podáis usar como arma, y ayudadme a derrotar a nuestro enemigo.
una vez echo un vistazo, se dio cuenta de que solo habían 4 personas que se podían tener en pie, y solo uno de ellos parecía sano de verdad.
En la puerta apareció una silueta enorme, que se tuvo que agachar para pasar, pero no iba sola, otra figura exactamente igual apareció detrás suya. Eran figuras imponentes, aunque algo encorvadas, peludas y se podían apreciar grandes garras.
Los zombis se abalanzaron sobre ellos, pero las dos figuras se desembarazaron de ellos como si no fuesen mas que moscas. Ya solo estaban en la sala Avelyn, los cuatro liberados, y las dos imponentes bestias.
Avelyn les dijo:
- Si queréis sobrevivir, tendréis que ayudarme, luchemos contra ellos.-y Avelyn se lanzo a la batalla.
Al principio nadie le siguió, los cuatro se quedaron mirando. Avelyn estaba luchando con gran fiereza contra las dos bestias, no conseguía hacerlas retroceder, pero podía aguantarlas a ambas. Cada zarpazo que les lanzaban, avelyn conseguía desviarlo con pequeños cortes, pero las bestias no se cansaban y avelyn cada vez se veía más agotado. Entonces los cuatro presos, se armaron de valor, y armados con estacas y varas de hierro atacaron.
sorprendieron a las bestias y les saltaron encima, mientras intentaban clavar las estacas en la dura piel, y distraían a una de las bestias, Avelyn consiguió atravesarla con su espada Brangelz. Esto no hizo más que enfurecer a la bestia, que empezó a dar zarpazos a diestro y siniestro, sacándole las tripas a uno de los presos, y decapitando a otro. Otro de ellos acabo inconsciente al darse un golpe contra la pared, al ser empujado por la bestia. Pero aun quedaba uno en perfecto estado que se movía ágilmente esquivando los golpes.
Avelyn saco a brangelz de la espalda de la bestia y volvió a clavarla, esta vez, más cerca del cuello, y cayó al suelo sin vida. La otra bestia aprovecho el esfuerzo de Avelyn para abalanzarse sobre él. Este quedo atrapado por el peso de la bestia, que empezó a morderle en el hombro.
La armadura le protegía, aun así notaba las punzadas de dolor. El preso se acerco y tomo a Brangelz. La espada empezó a brillar, primero con luz tenue, pero poco a poco iba ganando intensidad. El prisionero alzo la espada y corto la cabeza de la bestia  de un solo tajo. Apurado, Avelyn le insto a que soltara la espada, pero el prisionero, embobado por la luz que emitía se la quedo. Cada vez la luz era más intensa, hasta que al prisionero, se le derritieron los ojos y un haz salió de su interior, y fue a parar a la espada. El prisionero cayó de rodillas, muerto.
Avelyn se quito de encima a la bestia como pudo, le costó varios minutos, ya que su brazo izquierdo lo tenía inutilizado a causa de las mordeduras.

-"Brangelz otorga poder a quien la porta, pero solo puede ser cogida si se te es entregada, si no es así, absorberá tu alma".- Pensó el caballero- Estos hombres no se merecían este final, fueron valientes, les debo mi vida, y la de mi amada Tristana, no seréis olvidados.

Avelyn recogió su espada, maldiciéndose, por no haber hecho lo mismo con su escudo, que dejo fuera de la torre. Utilizó algo del poder de Brangelz para restaurar su hombro, y si bien no quedo en perfecto estado, al menos ahora podía mover la articulación y el brazo. Viendo que no había salida en esa mazmorra, bajo las escaleras, para llegar al salón del trono, otra vez.




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