Ya dentro de la torre, el caballero se encontraba en un hall
lleno de lujos, alfombra roja con detalles dorados, sillas igualmente doradas,
retratos de todos los señores de la torre, mesitas con comida, lámparas que
iluminaban toda la habitación con una luz mágica, y demás menesteres. Al fondo había
una puerta, y en frente de esa puerta había una figura encapuchada. El
caballero se acercó con la espada desenvainada, cuando estaba a menos de diez
pasos, la figura se descapucho, dejando así ver su rostro. El caballero al
reconocer su cara, enarbolo el arma y cargó contra él, era el brujo Aerendir.
Pero la espada atravesó el cuerpo de Aerendir, de tal forma que el caballero cayó
al suelo al no encontrar más resistencia que la del aire. Era una ilusión,
Aerendir se giro hacia el caballero y le dijo:
- ¿No esperarías que fuese tan fácil verdad? Te estoy
esperando en lo alto de la torre, junto a tu amada Tristana.
-Ven aquí y solucionemos esto como hombres, cobarde. Te
escondes tras hordas de no muertos y dragones, ven y lucha conmigo.-Dijo el
caballero rojo de la ira-.
Aerendir carcajeó y dijo:
-No me mal interpretes, Avelyn, no me escondo, solo juego.
Es más divertido ver como agotas tus fuerzas intentando una gesta imposible. Podría
matarte con mi magia ahora mismo si ese fuera mi deseo.- en su cara había una
sonrisa burlona, y sus ojos miraban maliciosamente al caballero Avelyn-.
-Cuando llegue a lo alto de la torre, te tragaras tus
palabras, mientras exhalas la ultima bocanada de aire.-dijo avelyn-.
Y seguidamente, agito su espada donde estaba la ilusión del
brujo, y esta desapareció, con otra carcajada mas, aun mas sonora que todas las
anteriores.
Avelyn se levantó, aun mas decidido que cuando cayó. Abrió
la puerta y se encontró un gran salón, con un trono al fondo, habían varias
columnas, con diversos grabados, y en cada lateral había un pasillo con
escaleras que subían.
Avelyn, con solo un objetivo en mente, rescatar a Tristana,
se decidió por subir las escaleras de la derecha. Conforme iba subiendo la luz
se iba atenuando, llegó a una habitación que estaba cerrada por una vaya de
hierro. Dentro nada se veía, ni se oía. Al no percibir peligro el caballero rompió
la verja, esta se abrió dando un gran golpe, e instantes después se escucharon
ruidos por detrás de Avelyn, algo subía a toda prisa por las escaleras.
De dentro de la estancia se empezaron a escuchar gemidos, y
algunos gritos de ayuda.
El caballero, consciente de que debía huir, o cubrir su
espalda de alguna forma, entro en la oscura estancia. Los ruidos a su espalda
iban creciendo, se acercaban sus perseguidores. Una vez dentro de la sala, se
dio cuenta de lo que era, parecían unos calabozos, varias jaulas con personas
dentro, algunas de ellas convertidas ya en muertos vivientes, a otras no le
faltaba mucho. Pero habían algunas que aun parecían sanas. El caballero sin pensárselo
abrió todas las cerraduras que pudo, incluyendo las de los zombis. A los que
aun estaban vivos les pregunto.
-¿Donde está la salida de esta sala?
-No hay más salida que la puerta por la cual has llegado,
señor.- contesto uno de ellos.-gracias por rescatarnos.
-No he venido por vosotros, y no me deis las gracias aun,
algo me persigue.-Contesto Avelyn-. Coged cualquier cosa que podáis usar como
arma, y ayudadme a derrotar a nuestro enemigo.
una vez echo un vistazo, se dio cuenta de que solo habían 4
personas que se podían tener en pie, y solo uno de ellos parecía sano de
verdad.
En la puerta apareció una silueta enorme, que se tuvo que
agachar para pasar, pero no iba sola, otra figura exactamente igual apareció detrás
suya. Eran figuras imponentes, aunque algo encorvadas, peludas y se podían apreciar
grandes garras.
Los zombis se abalanzaron sobre ellos, pero las dos figuras
se desembarazaron de ellos como si no fuesen mas que moscas. Ya solo estaban en
la sala Avelyn, los cuatro liberados, y las dos imponentes bestias.
Avelyn les dijo:
- Si queréis sobrevivir, tendréis que ayudarme, luchemos
contra ellos.-y Avelyn se lanzo a la batalla.
Al principio nadie le siguió, los cuatro se quedaron
mirando. Avelyn estaba luchando con gran fiereza contra las dos bestias, no conseguía
hacerlas retroceder, pero podía aguantarlas a ambas. Cada zarpazo que les
lanzaban, avelyn conseguía desviarlo con pequeños cortes, pero las bestias no
se cansaban y avelyn cada vez se veía más agotado. Entonces los cuatro presos,
se armaron de valor, y armados con estacas y varas de hierro atacaron.
sorprendieron a las bestias y les saltaron encima, mientras
intentaban clavar las estacas en la dura piel, y distraían a una de las
bestias, Avelyn consiguió atravesarla con su espada Brangelz. Esto no hizo más
que enfurecer a la bestia, que empezó a dar zarpazos a diestro y siniestro, sacándole
las tripas a uno de los presos, y decapitando a otro. Otro de ellos acabo inconsciente
al darse un golpe contra la pared, al ser empujado por la bestia. Pero aun
quedaba uno en perfecto estado que se movía ágilmente esquivando los golpes.
Avelyn saco a brangelz de la espalda de la bestia y volvió a
clavarla, esta vez, más cerca del cuello, y cayó al suelo sin vida. La otra
bestia aprovecho el esfuerzo de Avelyn para abalanzarse sobre él. Este quedo
atrapado por el peso de la bestia, que empezó a morderle en el hombro.
La armadura le protegía, aun así notaba las punzadas de
dolor. El preso se acerco y tomo a Brangelz. La espada empezó a brillar,
primero con luz tenue, pero poco a poco iba ganando intensidad. El prisionero
alzo la espada y corto la cabeza de la bestia
de un solo tajo. Apurado, Avelyn le insto a que soltara la espada, pero
el prisionero, embobado por la luz que emitía se la quedo. Cada vez la luz era más
intensa, hasta que al prisionero, se le derritieron los ojos y un haz salió de
su interior, y fue a parar a la espada. El prisionero cayó de rodillas, muerto.
Avelyn se quito de encima a la bestia como pudo, le costó
varios minutos, ya que su brazo izquierdo lo tenía inutilizado a causa de las
mordeduras.
-"Brangelz otorga poder a quien la porta, pero solo
puede ser cogida si se te es entregada, si no es así, absorberá tu alma".-
Pensó el caballero- Estos hombres no se merecían este final, fueron valientes,
les debo mi vida, y la de mi amada Tristana, no seréis olvidados.
Avelyn recogió su espada, maldiciéndose, por no haber hecho
lo mismo con su escudo, que dejo fuera de la torre. Utilizó algo del poder de
Brangelz para restaurar su hombro, y si bien no quedo en perfecto estado, al
menos ahora podía mover la articulación y el brazo. Viendo que no había salida
en esa mazmorra, bajo las escaleras, para llegar al salón del trono, otra vez.
